Un día, la vida me golpeó tan fuerte que me enseñó a resistir. Un día, me mintieron de tal forma que me dolió y entonces aprendí a ir siempre de frente con la verdad. Un día, me falló quien menos imaginaba y entendí que las palabras hay que cumplirlas y de los actos, hacerse cargo. Además, un día lastimé a alguien y fue ahí cuando aprendí a pedir perdón. Un día lo viví triste y cuando llegó la noche me di cuenta que es mucho más lindo sonreír que llorar. Otro día, perdí mi tiempo con cosas que no valían la pena y noté que la vida pasa demasiado rápido para perdérsela esperando algo que nunca va a pasar. Un día, descubrí que tiene sentido enamorarse y pelear por lo que uno siente. Después de muchos días entendí, que en la vida todos te van a lastimar, pero tienes que encontrar a las personas por las que vale la pena sufrir. Tienes que sonreír. Tienes que saber amar. Tienes que tener la grandeza para aceptar tus errores y la valentía para pedir perdón. Tienes que compartir. Tienes que cumplir. Tienes que olvidarte de los que te critican y unirte a los que te quieren y por sobre todo tienes que vivir cada momento como si fuera el último.

lunes, 31 de diciembre de 2012

Correr hacia ninguna parte te lleva a ninguna parte, pero tu tren nos está llevando a algo peor que a ninguna parte.
Un río busca siempre el mar por más diques que le pongas. Esa arena entre las manos no hay manera de detenerla.
No estamos hechos para vivir entre muros. Nos convertimos en canarios que ya no resisten la vida silvestre.
Tu mundo feliz no va hacia un mundo feliz. Sabés que ocurre cuando uno quiere desviar el río de la vida, cuando uno pone diques absurdos para detenerlo? El río desborda, destruye todo.
Esa es la furia y potencia de un río al que no lo dejan ser. El río busca y busca su mar.
Solo pide que lo dejen ser. Solo pide que no lo desvíen de su camino y lo lleven a ninguna parte.

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