Un día, la vida me golpeó tan fuerte que me enseñó a resistir. Un día, me mintieron de tal forma que me dolió y entonces aprendí a ir siempre de frente con la verdad. Un día, me falló quien menos imaginaba y entendí que las palabras hay que cumplirlas y de los actos, hacerse cargo. Además, un día lastimé a alguien y fue ahí cuando aprendí a pedir perdón. Un día lo viví triste y cuando llegó la noche me di cuenta que es mucho más lindo sonreír que llorar. Otro día, perdí mi tiempo con cosas que no valían la pena y noté que la vida pasa demasiado rápido para perdérsela esperando algo que nunca va a pasar. Un día, descubrí que tiene sentido enamorarse y pelear por lo que uno siente. Después de muchos días entendí, que en la vida todos te van a lastimar, pero tienes que encontrar a las personas por las que vale la pena sufrir. Tienes que sonreír. Tienes que saber amar. Tienes que tener la grandeza para aceptar tus errores y la valentía para pedir perdón. Tienes que compartir. Tienes que cumplir. Tienes que olvidarte de los que te critican y unirte a los que te quieren y por sobre todo tienes que vivir cada momento como si fuera el último.

lunes, 10 de junio de 2013

A todos nos contaron la historia de Adán y Eva. Vivian en un lugar perfecto, donde nada faltaba y donde se era feliz sin esfuerzo. Cada día agradecían al señor. Pero por desobedecer una ley nos expulsaron del paraíso, aunque yo creo que fue mucho peor que eso, no nos expulsaron, sino que nos dejaron en el paraíso pero ciegos. Nos quitaron la capacidad de ver el paraíso en el que vivimos. Si uno pudiera abrir los ojos y ver, ver lo que nos rodea, los milagros cotidianos, la belleza, el milagro del amor, de la amistad. Si pudiéramos ver la magia de cada día, los amaneceres y los atardeceres, el poder de la naturaleza. Si pudiéramos ser conscientes de la vida que siempre se abre paso. Si entendiéramos que existir ya es estar en ese paraíso diríamos todos los días “Gracias dios”. Gracias por poder ser testigos y parte de este milagro. Gracias por tener la capacidad de emocionarnos. Por ser los únicos seres capaces de reír y de llorar. Pasamos toda nuestra vida intentando de regresar al paraíso cuando en realidad vivimos en él. Solo hay que abrir los ojos, despertar y verlo. No solo estamos en el paraíso, sino que somos el paraíso. Gracias por el amor, por la alegría y por el dolor. Gracias por los amigos, hermanos, padres, madres, hijos. Gracias por ese paraíso en el que vivimos y por el que vale la pena sacrificarse.

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