Un día, la vida me golpeó tan fuerte que me enseñó a resistir. Un día, me mintieron de tal forma que me dolió y entonces aprendí a ir siempre de frente con la verdad. Un día, me falló quien menos imaginaba y entendí que las palabras hay que cumplirlas y de los actos, hacerse cargo. Además, un día lastimé a alguien y fue ahí cuando aprendí a pedir perdón. Un día lo viví triste y cuando llegó la noche me di cuenta que es mucho más lindo sonreír que llorar. Otro día, perdí mi tiempo con cosas que no valían la pena y noté que la vida pasa demasiado rápido para perdérsela esperando algo que nunca va a pasar. Un día, descubrí que tiene sentido enamorarse y pelear por lo que uno siente. Después de muchos días entendí, que en la vida todos te van a lastimar, pero tienes que encontrar a las personas por las que vale la pena sufrir. Tienes que sonreír. Tienes que saber amar. Tienes que tener la grandeza para aceptar tus errores y la valentía para pedir perdón. Tienes que compartir. Tienes que cumplir. Tienes que olvidarte de los que te critican y unirte a los que te quieren y por sobre todo tienes que vivir cada momento como si fuera el último.

martes, 23 de julio de 2013

Sí, hay mucha gente mala, pero la mayoría no es tan mala. Yo creo que la mejor opción siempre es no desconfiar, nunca. La desconfianza no sirve. La desconfianza genera intrigas y las intrigas dividen y debilitan. La desconfianza te debilita y te aísla, terminas desconfiando de todos, entonces el verdadero mal te lo haces a vos, y no a los otros. Los otros te dejan solo, y solo sos mas débil y ahí si te puedo atacar porque sos vulnerable. La desconfianza nos recluye, nos hace perder nuevos afectos y nos deja a la deriva. A la deriva estas, y si no confias no te relacionas, y ahí si, solo, sos muy frágil. Nos podemos equivocar, confiando en la gente equivocada, pero no siempre es así.

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